miércoles, 13 de abril de 2011

Habrán de nombrarte a gritos opuestos
para hallarte,
no es aquí donde te encuentras.
Las horas se mecen tendidas al sol
escurriendo culpas 
deliberadamente
como un tributo último y desesperado.


No es aquí 
donde descalzas tus días
manchados de realidad
ni donde tus palabras reposan
futuros impredecibles.


Aquí no.


Aquí sólo hay espera,
una derrota predicha,
sed.
No está aquí tu vida,
sino tu sombra
con la que me visto a veces
por si de pronto llegas.

jueves, 7 de abril de 2011

Recital


Poco antes de los boleros, en mi turno…
Mi Pepe Grillo:
Les estoy leyendo poemas sobre ti. Sus oídos pacientes se están dejando seducir con cada palabra que te canta sin notar siquiera tu presencia en ellas. Para todos es difícil descubrir que quien sonríe, quien me besa y quien se desnuda entre mis versos eres tú.
Calculo que hay alrededor de cien personas aquí y la mayoría tiene el color de estas páginas en sus cabellos. Además, desde la entrada hasta donde estoy parado leyéndote, podría decirse que todas son mujeres, una diminuta multitud de mujeres mayores que se traga y vuelve invisibles a los pocos hombres que hacemos acto de presencia. Mientras te leo, imagino la escandalosa escena: más de uno haciéndose la señal de la cruz, más de uno saboreando sus nauseas y, en segundos, un lugar vacío… para muchos es inaceptable que dos hombres se amen.
Tal vez eso sea. Ninguno te nota porque mi orgullo te protege bajo una irrompible coraza de metáforas y juegos de palabras. Sin embargo, mis piernas están temblando y en esta trémula señal estás tú. Tiemblan como la primera vez que te vieron, con la misma vergüenza por mi extrema delgadez sonrojada frente a tu cadencioso desnudo.
Esta noche he puesto de mi lado estos poemas que sólo hablan de desamor y penas porque, si no te he dicho, la noche de tu boda fue eterna y sola como ninguna. Allí nacieron estos versos lascivos y atragantados, mientras pintaba inútilmente la cocina a oscuras y un radio mal sintonizado tocaba canciones innombrables. Allí te pensaba sonriente y orgulloso, ahogado en un mar de abrazos que nunca fueron el mío:
Estoy haciendo pausas menudísimas
para recostarme en tu indiferencia
y quedarme hasta que me notes.
Ladeo mi rostro observándote.
Puedo ver ese punto diminuto antecesor de tus besos,
las noches,
tu olor ajado que seduce a deshoras.
Estoy callado e inmóvil.
Yo sólo pienso palabras que ya no dices,
tonterías,
vestigios de la magia.
Estoy sentado contigo en una mesa con otros poetas que tampoco se percatan de ti y esos versos han abierto los aplausos. Mírate en mí sonriente, haciendo gala del espacio en tus incisivos superiores que tanto amo. Ahora mismo, sus aplausos me halagan sin saber que realmente aplauden a un hombre o, mejor dicho, dos hombres ausentes: a ti, porque estás lejos y a mí, que estoy contigo sin estar aquí. Un TÚ y un YO que se aman a espaldas de la vida misma.
*
Otro poeta lee, habla de temas que no me importan. Todo lo que no seas tú se disuelve y me pierdo en el destello del mantel, un reflejo del rojo – neón de nuestras noches orilladas.
**
Ahora, la bolerista se ha tragado a nuestro Manzanero y tú has acertado con el final. Estoy sumergido en el mar de cabellos de papel que no te sabe y me quedo mudo al oír cuánto aprendimos: ya sabemos que nuestras vidas no son sólo nuestras y que un secreto puede ser un mundo tan frágil como esta existencia en la que somos huéspedes prestados.
Yo sólo quiero recostarme en la cicatriz de tu hombro, morder el inciso en tu sonrisa, dormirme plácidamente en el regazo de tu sexo, abrazar el arabesco de tus pies, ser una premura excitante y eterna, susurro solícito y canción.
Tu Señorito.

Carta preseleccionada en el Concurso de Cartas de Amor de Montblanc.